Puede resultar paradójico investigar la paz en la prehistoria, y más concretamente, a partir de los restos de taxones humanos extintos, cuando no tenemos constancia ni del concepto ni, probablemente, la idea de paz. Sin embargo, considerar la paz como una categoría de análisis nos permite visibilizarla en todo tiempo, lugar y por parte de cualquier agente. Por otro lado, esta aportación se inserta dentro de la investigación para la paz, lo que implica que se centra en encontrar ejemplos históricos que permitan transformar la realidad pacíficamente. En este trabajo transitaremos desde la teoría a la práctica partiendo de una definición concreta de paz, la paz imperfecta, entendida como el desarrollo de las capacidades humanas deseables, desde una perspectiva procesual, inacabada, en continuo cambio, cotidiana y paradójica en el sentido de que convive con la violencia. A partir de aquí plantearé cómo la secuenciación del genoma de taxones extintos y la persistencia de trazas de neandertales y denisovanos en nuestro código genético han puesto de manifiesto que, durante la evolución humana, lejos de las lógicas de exterminio que han sido historiográficamente predominantes para explicar la expansión de los humanos anatómicamente modernos, cabe pensar que han primado los flujos y las interrelaciones, a pesar de las diferencias fenotípicas existentes. Como consecuencia, la variabilidad y la diversidad han sido y son fundamentales para la supervivencia de nuestra especie.
Benzer Makaleler | Yazar | # |
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